La escuela metódica
francesa
Prof.
Líber Romero*
La
historia-ciencia en Francia surge en el contexto de dos acontecimientos que la
marcaran profundamente: la Comuna de París y la guerra franco-prusiana.
La historia como
unificadora.
La
Comuna de París fue el primer asalto al cielo de los obreros organizados; esto
provocó el temor de las clases dominantes francesas que no dudaron en asociarse
a sus pares alemanas para ahogar con sangre la osadía de pensar en crear un
mundo distinto. Este pacto facilitó la derrota frente a su vecino del este, lo
que minaba la imagen burguesa de una nación de intereses e inspiración
imperialista.
La
ampliación de las capacidades operativas del Estado, unida a la extensión del
voto en amplias capas de la sociedad (masculina), ponía en el tapete la
necesidad de absorber ideológicamente a las masas de trabajadores-que había
demostrado su grado de combatividad- en torno al Estado liberal. La
construcción de un Estado-nación unido por una bandera, un himno, un gobierno
necesitaba de la creación de tradiciones nacionalistas que se difunden a través
de una educación que se vuelve pública y laica.
En
base a estos presupuestos se genera un relato que busca en el pasado un origen
étnico-racial (los galos), unificando a los individuos por encima de sus diferencias de clase. La exacerbación
del nacionalismo se inculca desde la escuela “(...) para
los franceses, el invasor ha venido siempre del Este; desde Federico II, la
tradición anti-prusiana se nutre de una historia que muestra a los dos pueblos
en conflicto. Desde Alfred de Musset a Hansi, la imaginería, popular ha
sustituido al inglés por el alemán como enemigo nacional. La guerra de 1870 y
la cesión de Alsacia-Lorena, las incitaciones de Maurice Barres a la revancha y
los toques de clarín de Dérouléde, recuerdan todos los días a los franceses que
«han perdido dos hijos» y que no puede haber jamás perdón para los raptores.
Los escolares lo saben, puesto que desde la más tierna edad han visto en su
primer libro de historia lanzarse al águila prusiana sobre el gallo galo y
arrancarle sus mejores plumas, mientras que el pueblo de París, hambriento por
el bloqueo, el bombardeo y la guerra, esperaba su racionamiento en las calles
heladas y, en su miseria, se veía reducido a comer ratas. Estas imágenes,
grabadas desde entonces en la conciencia de los franceses, alimentan su
patriotismo y les enseñan que, desde Bouvines a Sedán, la derrota o la muerte
vienen siempre del prusiano.” (FERRO, p. 35)
La
revista histórica
Los
historiadores franceses admiraban el método histórico de los alemanes y lo
ajustan a sus necesidades. Se genera una profesionalización de la disciplina y
un relato histórico nacionalista y laico.
En
1876 se funda la Revue historique integrada por profesionales (Renan, Taine,
Fustel de Coulanges, Monod. Lavisse, Rambaud, Gustave
Bloch entre otros), con un contenido
que estaba dirigido a las universidades. En el plano de la historia se
enfrentaba a la visión aristocrática y católica
pese a su composición heterogénea desde el punto de vista religioso (la mayoría
son protestantes y masones).
Características
El
período histórico que investigan está comprendido entre la muerte de Teodosio (305) hasta la caída de
Napoleón (1815). Francia es eterna (la madre patria) y se argumenta que desde los galos (con Clodoveo) en adelante
existe una colectividad. Cada soberano incide de manera decisiva, pero entre
ellos se realiza una línea divisoria que separa a los buenos gobernantes que
reforzaron la autoridad del Estado y unificaron provincias (Luis XI o
Richelieu) de los malos que lanzaron guerras ruinosas y dejaron perder
provincias o colonias (Luis XII o Luis XV); los hechos militares y diplomáticos
son centrales.
La
revista se considera neutra e imparcial, cerrada a las teorías políticas y filosóficas.
Sin embargo los manuales alaban el régimen republicano, alimentan la propaganda
nacionalista y aprueban la conquista colonial. Las revoluciones son
consideradas buenas o malas según el caso, así la revolución francesa que es
resaltada es la de 1789 frente a la del 93 que ingresa en el mismo bolsón que
la Comuna de 1871. En los libros escolares se podía leer que “para ser hombre,
hay que saber escribir y aprender a trabajar desde pequeño. Por la patria, el
niño se debe instruir. Y en la escuela aprender a trabajar. Ha sonado la hora,
marchemos al paso, niños, seamos soldados”.
El manual
Producto
de esta escuela es un manual de metodología de los estudios históricos que será
material de cabecera de varias
generaciones de historiadores (especialmente en América latina). Observar cuales fueron los elementos que
resaltaban Langlois- Seignobos nos permiten comprender
la pervivencia de una forma de hacer y dar clases de historia.
El
libro es un conjunto de recetas de
prácticas comunes, no hay reflexión sobre la naturaleza de la historia o de la
ciencia histórica. El único documento válido es el escrito, antes no hay
historia (la prehistoria). Para ellos la construcción histórica era la
organización de datos de un discurso, cuyo fundamento lógico es la analogía con
nuestra civilización actual (con los problemas de anacronismo que supone esto).
Estas
críticas no pueden dejar de resaltar que el manual sirvió para sintetizar un
conjunto de métodos que permitieron el desarrollo de la disciplina.
A modo de conclusión
El historicismo alemán
y la escuela francesa harán una “(…)historia centrada en el relato de
los acontecimientos políticos y militares, con especial énfasis en las
relaciones internacionales entre Estados, que formuló métodos individualizadores-hermenéuticos
como específicos de esa disciplina y que opuso resistencia a los supuestos
generalizadores y abstractos de las ciencias sociales así como a la intromisión
de cualquier dimensión social o económica para la comprensión de los hechos
históricos. Una historia, en definitiva, política, al servicio de los poderes
legitimados, que rechazaba la teoría y que tenía a la narrativa como hilo
conductor.
Con esos supuestos tan limitados, parece comprensible
que se produjera una reacción en favor de una nueva historia. O dicho de otra
forma, que en una Europa donde la penetración del capitalismo y la
industrialización había producido fuertes dislocaciones sociales, tuviera lugar
un debate internacional sobre la naturaleza del conocimiento histórico en el que
participaran filósofos, sociólogos e historiadores. Y lo que resultó de ello
fue, simplificando el asunto, un interés acusado por las llamadas cuestiones
sociales. “(CASANOVA, p.45)
Esta nueva historia- jalonada por la presencia del
marxismo- será el eje central de los artículos de esta sección para este año.
*Profesor de
historiología en formación docente.
Bibliografía citada
FERRO, Marc (1994), La gran guerra, Madrid, Alianza
LANGLOIS-SEIGNOBOS
(1972), Introducción a los estudios históricos, Buenos Aires, La pléyade
CASANOVA,
Julián, (2003), La historia social y los historiadores, Barcelona, Crítica
Publicado en El Popular. Semanario, Uruguay, 14 de febrero de 2014, N 255, 3ra época