LA
MOVILIZACION ESTUDIANTIL DEL 96: UN
FENÓMENO SIN CONTINUIDAD.
Prof. Líber Romero
LA MOVILIZACIÓN ESTUDIANTIL DE 1996: UN
EJEMPLO DE NUEVO MOVIMIENTO SOCIAL
La
literatura reciente sobre los procesos americanos deja de lado, en la mayoría
de los caso, al proceso uruguayo. Esto es atribuible a que el país no ofrece a
los intelectuales un campo de estudio de los NMS que son una característica de
la región. La existencia de un caso atípico se atribuye a que en Uruguay los
partidos políticos y organizaciones sindicales
han sabido absorber y ser impulsores de las demandas de la sociedad
civil. La búsqueda de las causas que
hacen que se produzca esta situación
sería un buen tema de tesis, sin embargo la intención del presente
trabajo es demostrar que existieron experiencias que podían vislumbrar la
existencia de NMS.
En
tal sentido tomaremos la movilización de estudiantes que se produjo entre
agosto y setiembre de 1996, que por su forma de organización y expresividad
tuvo claras características de los llamados NMS. En esos años la movilización
fue tomada como ejemplo de lo que podía ser una nueva forma de organización
basado en la horizontalidad de las relaciones y en la democracia asamblearia.
Su irrupción fue espectacular, para luego diluirse sin que ello implicara que
su accionar no generase una siembra cuyas cosecha se daría en ámbitos distintos
y hasta contradictorios con los postulados de la movilización.
Entre
el 15 de agosto y el 5 de setiembre de 1996 se produjo la ocupación de más de
40 centros de enseñanza (liceos, UTU, IINN e IPA) que abarcaron diferentes
zonas del país (Montevideo, Canelones, San José, Colonia, Cerro Largo).
Las
formas que adquirió la movilización y los reclamos realizados rompieron con la
estructura de las relaciones y negociaciones que “normalmente” se llevaban a
cabo entre los detentadores del poder y los grupos subordinados. La horizontalidad, la rotación de las
delegaciones, la democracia asamblearia, la presencia notoria de las mujeres,
el reclamo de un espacio de participación y el rechazo a la política partidaria
fueron una característica del movimiento. Desde el punto de vista simbólico el
juego, el colorido, la música y los poemas estuvieron a la orden del día. A
ello se sumó que los jóvenes “imitaban” al movimiento zapatista cubriéndose el
rostro o solo dando su nombre sin apellido que los identificara.
Mostraremos
el proceso de las tres semanas a través de tres de las categorías de análisis
vista en el curso en especial de tres ítems: oportunidad política, estructura
de movilización y procesos enmarcadores.
El origen del movimiento
La respuesta
desde la derecha fue estigmatizarlo desde el inicio como parte de una acción de
grupos de izquierda (en particular el MLN), pero con el correr de los días el
eje se centró en el apoyo docente y en sus influencias sobre los jóvenes.
Otra
interpretación fue ver el movimiento como algo nuevo, que surgía como respuesta
a las anteriores experiencias del movimiento estudiantil y que “mirado en perspectiva, se puede asegurar
que el movimiento de agosto abre una nueva etapa. La historia recién empieza”
. Una idealización del movimiento que servía para fundamentar una tesis: la
necesidad de adoptar las características del los NMS.
Ambas visiones
tienen en común el peso determinante que le dan, por su acción u omisión, a las
organizaciones políticas. Unilaterales
en su visión de la realidad contiene parte de ella El movimiento social
surgido en los 90 rechazaba las formas del movimiento estudiantil de los 80,
pero fermentó a partir de los residuos de experiencia que se habían generado en
esos años. Existieron organizaciones de
izquierda que actuaron en las ocupaciones,
pero la magnitud de la movilización superó sus expectativas previas y su
capacidad de encausarlas.
La estructura de movilización
Si asumimos que los movimientos adquieren
diferentes formas dependiendo de sus oportunidades y las constricciones
políticas del contexto nacional en el que se inscriben, es necesario ver la
génesis de la organización estudiantil de los 90.
El inicio de la
etapa de reflujo de las luchas en América latina (1989-1994), coincide en Uruguay con la derrota del plebiscito
contra la ley de caducidad impulsada por una amplia alianza de sectores
sociales y políticos (en donde los jóvenes estuvieron claramente presentes). A
nivel político se produce el triunfo en las elecciones nacionales del Partido
Nacional y a nivel capitalino del Frente Amplio. En un dato a tener en cuenta el
gobierno capitalino de izquierda
resuelve en forma inmediata uno
de los puntos de reclamo histórico -y unificador- del movimiento estudiantil:
el boleto gratuito.
Paralelamente
el final de los 80 estuvo signado por la desaparición de la F.E.S., C.G.E.U.T.U., y F.E.I. y la
casi desaparición de la F.E.U.U. Esta crisis del movimiento estudiantil y sus
herramientas estuvo enmarcada sin dudas en la propia crisis del conjunto de las
organizaciones juveniles de izquierda. En especial la derrota implosiva del
bloque socialista influye sobre de la
U.J.C., fuerza política principal en los jóvenes de aquellos años, que primero sufre un proceso de achicamiento
y posteriormente desaparece (renuncia de su comité ejecutivo en 1991). Recordemos además la disolución del Frente
juvenil del MLN en 1989-90
o las discusiones a la interna entre la JSU y el PS.
A finales de la década del 80 en forma
paralela y a veces contradictoria se organizó la coordinadora antirazzias, a
partir de la muerte de Guillermo Machado, en contra de las acciones represivas
del gobierno de Sanguinetti. Esta organización “horizontal” logró movilizar a
miles de jóvenes, muchos de los que no estaban nucleados en las organizaciones
gremiales.
Asociar la
debilidad y desaparición de las
herramientas gremiales estudiantiles a las juventudes políticas y su desarrollo
al inicio del siglo XXI no implica que las segundas determinen a las primeras.
De ser así no se explicaría que se inicie
inmediatamente un proceso de reconstrucción del movimiento estudiantil.
Si bien alguno de los jóvenes que realizan esta tarea perteneciente a las
organizaciones políticas mencionadas y hay otros sin ninguna militancia
partidaria. La tesis de la centralidad de los partidos choca muchas veces con
la experiencia social del pueblo uruguayo, por lo que el análisis no debe perder esta rica complejidad.
En la F.E.U.U.
el proceso de recomposición tardó varios años y estuvo favorecido por la
estructura de cogobierno (que “obligó” a cierto tipo de organización), el grado
de madurez político-gremial de algunos de sus componentes (que eran
“sobrevivientes” de la etapa anterior del movimiento estudiantil) y los conflictos
de movilización de masas que signaron la primera mitad de la década (contra la matrícula universitaria,
las ocupaciones del 93 y 94, la recolección de firmas a favor del 27 % para la
educación entre otras).
A nivel de la
enseñanza media no existía una estructura a la que llenar de contenidos sino
que era necesario reconstruir desde lo local (los centros de estudio) una
organización que unificara las luchas. Las formas que fueron adquiriendo estas
“asociaciones” tenían en común la intención de no repetir experiencias
anteriores.
Entre el año
1990 y 1996, la actividad gremial quedaba reducida a un pequeño grupo de
estudiantes que se representaba a sí mismo en estas instancias y que salvo caso
puntuales no generaba hechos de masas. La vida de esta “experiencias”
(C.E.S.U., C.I.E.S.U.) seguía el ritmo de año lectivo escolar desapareciendo
durante los meses de vacaciones. El gremio se organizaba después de turismo y finalizaba sobre octubre,
con un pico organizativo en torno a agosto. La horizontalidad de las relaciones
en la interna de la Coordinadora estaba favorecida por la existencia de un
pequeño número de militantes que se representaban a sí mismos más que a los
centros de estudio y la rotación era una consecuencia de ello. Esto no implica
que se quiera negar la presencia de una fundamentación teórica a esta práctica
como veremos más adelante.
En este proceso
de eterno retorno, en donde cada año la organización comenzaba nuevamente
existieron procesos de aprendizaje en torno a las herramientas a utilizar que
no pueden ser desatendidos. No fue casual que la ocupación se tornase la
herramienta por excelencia de los jóvenes del 96.
El repertorio de acción colectiva.
Los movimientos
sociales tiene para elegir entre un conjunto determinado de acciones, “pero el
número de opciones no es ilimitado. Quienes participan de los enfrentamientos,
sea cual sea su objetivo, cuentan en cada momento con un repertorio bien
definido, adquirido por ello a través de un proceso de aprendizaje, dentro del
cual solo están permitidas ligeras variaciones. Lo cual significa que las
pautas de comportamiento a las que las multitudes se ajustan son bastante
precisas y cuentan con un alto grado de permanencia, de ahí el orden y
reiteración que transmiten sus actos”.
La pregunta es porque la ocupación se convirtió en el medio por excelencia
utilizado en 1996 y era visto por la mayoría de los estudiantes como la única
medida de lucha válida.
La discusión
político gremial en torno a las ocupaciones a mediados de los 80 estaba dada
por su utilidad como forma de lucha que permitiera hacer un trabajo de
inserción de masas y que no terminase siendo contraproducente. La ocupación de un centro tiene la ventaja
operacional de que no se necesita demasiados recursos humanos para hacerla,
pero conlleva a que exista un mínimo indispensable de participantes permanentes
para mantenerla. En necesario generar una red solidaria en torno a los
ocupantes, que permita no solo su supervivencia alimentaria sino también que se
convierta en una variable a tener en cuenta en el caso de que las autoridades
asuman el costo político de la desocupación. Al mismo tiempo, los reclamos
deben ser vistos como justo por la población, ya que el argumento típico en
contra de una ocupación es que la medida impide estudiar a aquellos que no la
comparten.
A finales de
los 80 la experiencia indicaba que el gobierno estaba dispuesto a asumir los
costos de la represión al movimiento estudiantil y que al hacerlo desviaba los
ejes del conflicto. Recordemos las ocupaciones del IPA en 1987 y 1988, la
represión realizada y las sanciones que se aplicaron a los estudiantes (que
incluyó la pérdida del año para una generación) hicieron que el conjunto del
movimiento estudiantil se dedicara a levantar las suspensiones. No fue casual que en 1989 los liceos fueran
tomados bajo “control estudiantil” para hacer jornadas de limpieza, pero donde
el término ocupación no aparecía mencionado.
En los 90 la
discusión político gremial dejo paso a las acciones que fueron resueltas en
función de su operatividad práctica. Los miles de estudiantes que se movilizaba
en los 80 permitía la elección entre un conjunto variado de formas de protesta, en los 90 la participación
en las instancias gremiales ha descendido en forma notoria. No obstante ello en
un proceso de ensayo y error los estudiantes de la Coordinadora realizaron diferentes
modalidades de lucha. Las marchas por el 14 de agosto, la recolección de
firmas, las sentadas, las jornadas de información entre otras. Sin embargo la
movilización que logró no solo mayor repercusión mediática sino un resultado en
concreto, fue la ocupación del liceo Miranda en 1992.
En agosto de
1996 el estado organizativo de la Coordinadora – no solo el número de centros
participantes sino el de militantes concretos- fueron llevando a que la
definición fuera la de ocupación. Una medida que para los integrantes debería
durar unos días. Un
accionar que no era compartida por el conjunto de los centros organizados, como
lo demuestra que en la semana previa al 14 de agosto el liceo Miranda- centro
emblemático de la ocupación- estaba organizando una jornada de información.
Esta visión de
debilidad del movimiento estudiantil era compartida por las autoridades de la
enseñanza. En las declaraciones públicas de sus miembros se denota que en un principio no creen que el conflicto se
extienda a otros centros y que de hacerlo
su extensión no se dará más allá del 24 de agosto. Rama introducirá el concepto
de “un mes con problemas ideológicos” que abarcaba desde el 14 a 24 de agosto
límite posible de las movilizaciones.
Esto podría en
parte explicar porque no se desocupó inmediatamente los centros de estudio,
pero no se entendería plenamente sin enmarcarlo dentro de la compleja situación
política de agosto.
El escenario
variará con el correr de los meses y cuando a finales del año el liceo Bauzá
ocupe en forma solitaria, la desocupación será inmediata y las sanciones a los
estudiantes llegaran a los 150 días de suspensión (con la correspondiente pérdida del año).
Esta última acción dará origen al acta 14 y a la defensa de los estudiantes en
los juzgados. Esta judicialización de los conflictos aparecía como algo nuevo
para el movimiento popular y lo era más que la justicia fallará a favor de los
estudiantes.
La oportunidad política
Las
oportunidades políticas pueden existir pero solo son desarrolladas si existen
un grupo que actúe sobre ellas y este solo es posible si el mismo es consciente
de ello. En este caso se generó un espacio de acción política del que no eran
conscientes los estudiantes movilizados, pero que sí repercutió tanto en su
difusión como en su penetración en el entramado social. La ocupación se dio
dentro de un cronograma prefijado (el 14 de agosto como fecha símbolo) y se
insertó en un contexto socio-político convulsionado.
Los titulares
de la prensa del mes de agosto muestran que el principal tema de discusión
política ronda en torno a los problemas de corrupción del gobierno de Lacalle y
en particular sobre el tema FOCOEX y el pedido de desafuero de Nicolini.
Situación que lleva a una movilización de miles en contra de la corrupción a
principios del mes convocada por el PITCNT, FA y FEUU.
La prensa
nos muestra a los partidos políticos en
proceso de tensión interna. Frente a las acusaciones de corrupción el Partido Nacional
muestra sus diferencias internas y en ese mes termina sancionando a dos de sus
miembros (Cambón y Bengoa). En el Frente Amplio la crisis se da dentro de
Asamblea Uruguay que no apoya las acciones de Nicolini en contraposición del
resto de la fuerza política de izquierda. En el gobierno el Partido Colorado no
tiene mayorías parlamentarias propias y
ve cómo su principal aliado está en la palestra pública.
La sensación de
fragilidad del sistema político frente a la sociedad en tanto es percibida por
esta como corrupto (“todos los políticos son iguales”), permite el espacio para fenómenos como el de
gral(r) Paulos que sale públicamente a afirmar “la democracias corrupta a
precede los golpes de Estado”. Dichos que no dejan de ser un llamado de
atención al sistema de partidos.
En este
contexto la “reforma educativa” impulsada por Rama había logrado amplios
consensos, que se notaron tanto en la venias para la integración del CODICEN
como en la aprobación del presupuesto presentado. Intelectual de prestigio
internacional e investigador especializado en el tema educativo se había
rodeado de un equipo en el CODICEN que mostraba una apertura al conjunto de
espectro político. A ello se sumaba que en la elaboración de los programas del
plan 96 habían participado notorios intelectuales del quehacer nacional y
dirigentes sindicales de larga data. Esta situación hacía que varios sectores
del FA
se encontrasen comprometidos con el desarrollo de la “reforma educativa”,
mientras que la voces en contra del proyecto, del MPP y la 1001, eran
minoritarias.
Sin embargo
esta situación de correlación de fuerzas favorables a la aplicación de la
reforma sufre un importante revés en
agosto
A principios de
agosto Rama había reclamado que el impuesto a primaria debía ser pagado por los
productores rurales declarando: “Si esta gente hubiera estado en el hundimiento
del Titanic, habrían dicho que salven a los hacendados y a los niños que los
tiren al agua”. Ello
provocó las reacciones inmediatas de la ARU
y del herrerismo, dirá Arturo Heber: “el señor Rama tiene que tener
mucho cuidado al hablar de la producción rural, de los productores que fueron,
son y serán la columna vertebral de este país y además la reserva moral del
país”.
En el Partido Colorado Atchugarry critica los dichos de Rama, planteando que no
debe meterse a discutir sobre los impuestos. El 15 de agosto cuando se intenta
reunir al Comité ejecutivo del Partido Colorado este no puede hacerlo por falta
de quórum, una clara señal de la perdida de apoyo que en ese momento tenía
Rama. No existen en estos días ninguna entrevista a dirigentes de la izquierda
que estaban abocados al caso Nicolini.
A esta
discusión se sumó, a partir del 15 de agosto, las opiniones que reclamaban la
utilización de la fuerza: la cruzada 94 y el herrerismo. Las acciones de diálogo del CODICEN eran vistas desde el
editorial del “El país”“(…) como una tremenda crisis del concepto de autoridad”
.
El planteo que se realizará desde el diario es coherente con una concepción
ideológica, pero también es una forma de desviar la atención sobre las
denuncias que pesan sobre el Partido Nacional.
El 22 de agosto
la reunión del comité ejecutivo colorado
fue demostrativo de las diversas opiniones que existían sobre la
conveniencia o no de utilizar la fuerza para desocupar los centros de estudio.
La delegación de la cruzada 94 quiere criticar a la administración Rama porque
“resignó el principio de autoridad”, mientras que el grupo de Vaillant busca un apoyo “total e irrestricto“ a lo
actuado por el CODICEN. Estas posturas se transforman en mociones que los grupos
mayoritarios el foro y el quincismo decidieron no apoyar. La respuesta oficial
del organismo partidario fue “(…) que un pronunciamiento del CEN en estos
momentos sólo serviría para politizar aun más el tema de las ocupaciones de
liceos”
Esta actitud
que de hecho permitía que el CODICEN siguiera actuando eran vistas como una
pacto por parte de integrantes del Partido Nacional. José Carlos Cardoso del
herrerismo plantea un análisis en donde tanto el FA como el Partido Colorado no
quieren intervenir en el conflicto. Para buscar una solución propone que
interceda el ministro de educación Lichtensztejn “ya que es un operador sereno
y desapasionado” en contraposición a Rama un interlocutor” grandilocuente. Es
claro que está presente en esta hipótesis las declaraciones de principio de mes
de Rama. Sin afirmar la existencia de un
pacto queda claro que la represión a los estudiantes iba a colocar al FA
como defensor de los derechos de reunión y protesta, al tiempo que abroquelar
al mismo en torno a los sectores antireformistas.
Independientemente
de esto las presiones políticas van conformando un escenario proclive a la
desocupación por la fuerza. Las declaraciones de Cardozo generan que los
colorados salgan a contestar que no hay ningún pacto con el FA. Que la
indefinición tampoco les agradada. “la propuesta de la mayoría del partido
colorado en la Comisión de Educación fue la de aceptar el día de hoy, como el
límite para llevar adelante las negociaciones”(…) “ aparte de ese momento,
concretamente el día lunes, hay que tomar una decisión y llegar a una resolución
definitiva en el tema.” Poco a poco el apoyo que iban nucleando los estudiantes
en torno suyo generaba la suturación de las fisuras que existía a principio de
mes entre los partidos tradicionales.
Las autoridades
de la enseñanza manejaron perfectamente, salvo los exabruptos de las primeras
horas, lo simbólico.
Desde un principio existió un mensaje dirigido hacia los padres de los
estudiantes, en donde la amenaza y las referencias a la década del 60
estuvieron siempre presentes.
A ello se sumaba la referencia expresa a la movilización en torno al hospital
filtro y a sus consecuencias. Las autoridadesse presentaron comprensivas de la
actuación de los estudiantes,
incluso felicitaron su cuidado de los centros de estudios y apuntaron sus
críticas a los sindicatos docentes a los que ubicaron como los verdaderos
culpables de la movilización. Se posicionaron como respetuosos de la democracia
representativa de la que era resultado
y propusieron organizar elecciones en los liceos para definir la situación.
Y al mismo tiempo enviaban un mensaje que se fue endureciendo con el transcurso
de los días en torno a la inevitable conclusión a la que llevaba la ocupación.
La trasmisión de la cadena nacional, el día del paro nacional del PITCNT,
mostró a un CODICEN que se presentó con claras reminiscencias a las juntas
militares. .
Los procesos enmarcadores
Los jóvenes se
rebelan ante lo establecido como forma natural de afirmar su personalidad y a
través de la historia podemos observar las críticas que surge frente a su
cuestionamiento del status quo. En Uruguay los jóvenes que ingresaban al mercado laboral en los 90 se
encontraban con la desestructuración del aparato productivo, la informalidad
laboral y el crecimiento del sector servicios. Este cambio en el ámbito laboral
implicó que el individuo no generara los lazos estructurantes que sí permitía
el trabajo fabril. La fragmentación que impedía la concentración en grandes
fábricas al mismo tiempo obstaculizó la organización y por lo tanto la toma de
conciencia del lugar que se ocupa dentro de la sociedad.
Sobre esta
desestructura de los hábitos de trabajo, se superpuso una ideología que
planteaba la desaparición de los metarelatos, la visión holística y la
exacerbación del individuo a su máxima potencia. Lo social se veía reducido a
lo individual, era el individuo contra el mundo. Su individualidad lo convierte
en alguien, pero al mismo tiempo lo ciega ante el todo, ante la sociedad, ante
los pares.
En el
ámbito juvenil el mensaje posmoderno no
hizo más que exacerbar las contradicciones del proceso de formación de la
personalidad; manteniéndola en la contradicción, retarda y deforma su
superación. Haciendo que se exacerben las características propias de la
adolescencia y que se extiendan en el tiempo. A esto hay que agregar que la independencia económica de los jóvenes se encuentra limitada
por la desocupación y los bajos salarios que perciben.
“Así los
modelos de subjetivación que fueron cobrando importancia en los procesos de
construcción de las identidades se distancian de los roles sociales y
profesionales (con los cuales se establece una relación instrumental), y remite
cada vez más a nuevos registros de sentido centrados en el primado del
individuo, en la cultura del yo y en los consumo culturales. El resultado de
ello ha sido la emergencia de identidades sociales más volátiles y más débiles
que antaño, menos definidas por la pertenencia a colectivo sociales y
políticos, si bien, fuertemente marcadas por una matriz conflictiva de las
relaciones sociales”
Esta
exacerbación de las tendencias individuales revierte a que una de las
características de la participación organizada juvenil es su tendencia a la
negatividad. Se está en contra de algo que es lo que unifica pero no se logra desarrollar un nivel propositivo propio
más allá de grandes líneas. Esto provoca que las organizaciones sean efímeras.
El joven ve la participación en forma
pragmática, lo que quiere lo quiere ya; cualquier meta a largo alcance le parece
abstracta.
Otra faceta del
mismo fenómeno es la aparición de las llamadas tribus urbanas
que asumen como una de sus características fundamentales la diferenciación del
exterior, eliminado las diferencias internas. Se muestran como grupo compacto y
autónomo reunido en torno a intereses comunes.
La propia
construcción ideológica presenta al
joven como símbolo de la sociedad, como objeto de consumo. Esta
exposición pública a través de los
medios de comunicación no se condice con la situación material de la mayoría de
los jóvenes que no puede acceder a la
oferta que se les muestra. La contradicción entre una ideología que lo pone
como símbolo de la sociedad, a seguir por el resto, y una base económica que lo
margina produce desajustes, revulsiones.
En el contexto de afirmación del
neoliberalismo en nuestros países es que aparece el EZLN. En palabra de
Ceceña los zapatistas son “el paso de la lucha contra la explotación a la lucha
por la dignidad corresponde a una concepción intersubjetiva que trasciende la
separación jerarquizante sujeto-objeto y permite saltar la lucha por el
socialismo -entendida como una realización fundamentalmente objetiva que
modifica los términos de la relación sujeto-objeto pero mantiene su estatus-, a
una lucha por la emancipación, por el no-capitalismo, por el no-poder, por la
no-dominación. Por un mundo abierto a la imaginación y el deseo, por un mundo
intersubjetivo
No basta con tener los medios de
producción si no es eliminando el racismo desde sus raíces, si se sigue
organizando la sociedad en términos de minoría y mayoría, si se mantiene las
subordinaciones de género o la discriminación de saberes. La lucha por la dignidad es una lucha por la
emancipación en todos los sentidos”
Es la
revolución de los 90 con su mensaje
poético, con las mujeres asumiendo protagonismo, con la reivindicación de los
colectivos y en donde los delegados no son representantes. Es la afirmación de
las relaciones de horizontalidad entre los miembros del grupo y la teorización
del no-poder.”Somos iguales porque somos diferentes” dicen los zapatistas.
Era
previsible que los jóvenes se identificaran con la lucha de los zapatistas,
como lo había sido en los 60 fue la revolución cubana, y con sus formas de
movilización y expresión. Como forma de estigmatizar desde el poder se refieran
a los jóvenes movilizados como “zapatistas”.
Como
vimos existían desarrollos propios del movimiento estudiantil uruguayo que
confluían en el mismo sentido que las propuestas del zapatismo. La
horizontalidad y la rotación de los delegados era producto del estado de la
propia organización estudiantil que con el zapatismo adquiría referente teórico-práctico
en el cual observarse.
Los
jóvenes habían generado su propio espacio de poder, su centro de estudio era
una microsociedad creada por ellos. A apropiarse del lugar lo fueron
modificando en función de sus expectativas: lo pintaron, limpiaron y arreglaron
los muebles. En este ámbito todos eran iguales y diferentes, cualquier podía
irse pero el ingreso debía pasar por severas medidas de seguridad.
La
participación de las mujeres que se dio en forma natural, fue al mismo tiempo
asegurada. Si uno mira las diferentes presentaciones ante la prensa notará que
las jóvenes son por lo menos el 50% de la representación estudiantil.
Independientemente
de la concepción ideológica de los estudiantes nadie se asumía como dirigente,
aunque su permanencia en determinadas instancias nos permitiría nombrarlos como
tal. Esta carencia de referentes claros
a los cuales dirigirse fue una característica que desestructuró a las
autoridades durante todo el conflicto. La existencia de un elenco estable de
representante hace más fácil la negociación pero también la estigmatización. En
tal sentido el discurso oficial se vio obligado a hacer una referencia al
conjunto del movimiento en el que remarcó su carácter “infantil” o
al agente externo (MLN primero, docentes después).
La
organización estudiantil se basa en los centros de estudios, por lo cada
definición debía discutirse en ellos.
Esta forma de asamblearia democratizaba el proceso de decisión aunque demoraba
por varios días las respuestas a tomar. Esto se manifestaba en la resistencia
de los estudiantes a hacer declaraciones o a tener que explicar constantemente
la forma de organización ante la incomprensión del mundo adulto. Esta situación
molestaba a las autoridades que no encontraba una rápida solución para el
conflicto.
La
evolución de los reclamos de los estudiantes su demostrativa de cómo la masificación
del conflicto influyó sobre los sectores más organizados. La posición de los
grupos más polìtizados de la Coordinadora la podemos observar al comienzo de la
movilización. En la proclama del 14 de agosto se relata la situación de la
muerte de Liber Arce, la presencia de la impunidad y el incumplimiento del
art.4., se mencionan- y por lo tanto se asumen como parte de la tradición de
luchas del movimiento estudiantil- a Guillermo Machado, Fernando Morroni y
Roberto Facal (es decir están presente la lucha contra la razzias y la
movilización del Filtro). A la “reforma educativa” se la califica de “
antipopular, autoritaria y verticalista, reforma educativa en función del mercado, no de las verdaderas
necesidades de nuestro pueblo”.
Esta
clara definición política va dejando paso al pedido de información sobre la
reforma, la no extensión de la misma y
el reclamo de un debate nacional sobre educación. Este último punto no va ser
precisado- en su forma de organización y representación- por parte de los estudiantes
que lo único que mencionan es que estén todos los involucrados. La propuesta
del debate generalizadora pero incluyente, va ser primero satirizada
para luego ser colocada como utópica.
La
capacidad de nuclear en torno a la movilización el afecto y el apoyo de amplios
sectores sociales no pudieron ser canalizados plenamente por los estudiantes
por su rechazo a los partidos políticos y entre algunos de sus miembros a los
sindicatos. Un ejemplo de ello es la multitudinaria movilización del 23 de agosto
que se dirige al palacio legislativo, pero no inicia ningún proceso de diálogo
con los políticos. Las crónicas del momento describen que senadora Marina
Arismendi, presidenta de la comisión de educación de la cámara, esperando
afuera para entablar un dialogo que nunca llego. Las relaciones con el
movimiento sindical fueron complejas en función de que se relacionaban dos
formas distintas de organización. Juan Castillo, secretario de organización del
PITCNT, lo relata de la siguiente manera
“vinieron tantos delegados como centros de Secundaria organizados y quedamos
sorprendidos ante lo que ellos denominaban como ´dirección horizontal´. Se
hicieron varias reuniones muy, pero muy conflictivas, Los gurises en vez de
dirigirse a nosotros por el nombre o decirnos compañeros, nos ponían el mote de
burócratas cada vez que se les daba la gana. Sin embargo, ahora tengo que decir
que nos hicieron ver un montón de cosas”
A MODO
DE CONCLUSIÓN
En los
años posteriores el movimiento estudiantil intento repetir la experiencia del
96, para seguir enfrentando a la “reforma educativa”. La ocupación de los
centros de estudios se realizó sin conseguir el apoyo masivo deseado. Desde las
autoridades de la enseñanza no se dudo en aplicar la represión y la vigilancia,
siendo el caso paradigmático la colocación de cámaras y de gafetes
identificatorios para los estudiantes del IPA en el año 97.
La
administración Rama profundizó la reforma al extender rápidamente el plan 96 y
creando en 1997 los CERP con lo que aseguraba la formación docente.. ¿Esto
implicó que la movilización fue derrotada? ¿Dónde quedaron los miles de
estudiantes que se movilizaron durante esos dos meses?
El
eje central de la movilización fue contra la extensión de la reforma educativa
y por la implantación de un debate nacional sobre la educación.
El FA
principal fuerza de oposición en esos años, como hemos observado, no tenía una
posición unánime en contra de los cambios que se estaban produciendo en la
enseñanza. Sin embargo el congreso Zitarrosa realizado en noviembre de 1998 fue
tajante en la crítica la “reforma
educativa” y en los lineamientos a llevar delante de ser gobierno. “Para
el Frente amplio la educación constituye un asunto de estado, y en ese sentido
se encara una verdadera transformación que revoluciones la educación en el
Uruguay, recogiendo el consenso y la participación, tanto en su elaboración
como en su implementación, de todos los actores sociales y políticos
involucrados-estado, docentes, alumnos y padres-.El Frente Amplio, como fuerza política
popular y participativa, asume el compromiso de promover y tomar como propio el
gran proyecto educativo que implícita y explícitamente se ha ido elaborando- a
lo largo de los años anteriores.- en innumerables discusiones, diagnósticos,
documentos, etc, aportados por docentes, padres, alumnos y trabajadores” .
En
los años siguientes las diferencias iniciales sobre el tema Educación han
vuelto a aparecer en el FA. Los siguientes congresos, realizados con cierta
lejanía de las movilizaciones estudiantiles, no llegaron a un documento que
consiguiera los 2/3 de votos necesarios. No obstante esta precisión, es durante
el gobierno de Tabaré Vázquez que se convocó al Congreso Nacional “Julio
Castro”, en donde participaron todos los involucrados. Participaron más de
20.000 personas en los debates previos y decenas de organizaciones sociales,
culturales y educativas. Se hizo en el palacio peñarol y no en el estadio
centenario como ironizaba Rama. Al mismo tiempo el CODICEN electo en ese
periodo reformuló los planes de enseñanza eliminando las áreas del ciclo básico
en 2006 y unificando los programas de formación docente en 2008.
Los
jóvenes que vivieron las ocupaciones sin dudas transmitieron sus experiencias
en los ámbitos en donde siguieron actuando. El seguimiento de este proceso no
es fácil por el anonimato consciente que
buscaron esos jóvenes, podemos si observar a través de las fotos la presencia
de algunos de ellos que hoy están ocupando responsabilidades de gobierno o de
dirección partidaria.
Las
siguientes líneas están basadas en apreciar algunas de estos dirigentes y
conocer su proceso, por lo que se afirma merecería una investigación que
abarcar un número significativos de estos jóvenes (hoy hombres y mujeres entre
27 y 40 años aproximadamente)
En
los años siguientes los participantes de las ocupaciones egresaron del liceo y
las UTU y se insertaron en la Universidad, en los centros de formación docente
y en los sindicatos. En la FEUU implicó que en 1999 se desplazará a la
generación de dirigentes que surgió de las ocupaciones del 93, en el IPA este
proceso fue más temprano, favorecido por el egreso de los ocupantes, y el
recambio se dio ya en 1997. En ambos caso se notó el cambio, aunque en la FEUU
se mantuvo una tradición organizativa seguramente anclada en la necesidad de
responder en los órganos de cogobierno. En el PITCNT salvo en el caso de un
sindicato no registramos militantes del 96, pero aquí la experiencia fue
incorporada a la larga tradición sindical.
En el
ámbito político en el MPP surgió un frente estudiantil, que incidió en ámbito
universitario y que en la interna partidaria logró impulsar a sus cuadros para
que fueran en lugares salibles de la lista de diputados en la elección de 2004.
Este grupo de jóvenes sería la base de lo que hoy es la CAP-L. En el PCU las
repercusiones sobre su juventud tuvo dos etapas. En la UJC el proceso fue más
tardío. La generación del 96 chocó con las formas de hacer política de la
juventud comunista y se disperso. Recién en 2003 a raíz de la crisis entre la
UJC y el PCU, que terminaría con la “autoexclusión” de la dirección de la
primera, asumieron responsabilidades en la organización comunista jóvenes que provenía de las ocupaciones. Por
fuera del FA los fogoneros hunden sus raíces en el movimiento del 96 del que
conservan su vestimenta.
En el
ámbito cultural el fenómeno de las murgas jóvenes con su desenfado a lo establecido, la
incorporación de las mujeres y del teatro sin duda abreva de la experiencia
comunitaria del 96.
El
movimiento estudiantil generó una
experiencia de lucha en una generación que por las características de nuestro
país recién se está haciendo visible políticamente. Sus objetivos se cumplieron
pero no en el tiempo ni de la forma deseada por su participantes.
Trabajo para el curso “ Ciudadanía y protesta en América
latina” Prof. Susana Domizain
Maestría en Ciencias Humanas, opción Estudios
latinoamericanos FHCE-UDELAR
La propuesta la hace en un principio
Carmen Tornaria “hemos pensado también
en la corte electoral, a los efectos de que si no se destraba, se instrumente
un plebiscito en cada uno de estos centros, con todos los estudiantes(…)esta
administración quiere gremios estudiantiles fuertes y participativos, que se
constituyan en base a decisiones de la mayoría de los concurrentes”. No asumida
por el conjunto de las autoridades, volverá aparecer oficialmente como una
contrapropuesta a los estudiantes.
CECEÑA, Ana Esther, “Derivas del mundo en el que caben
todos los mundos”, México, Siglo XXI-CLACSO, 2008 , pp 71-72
German Rama”¿qué quieren un debate
nacional en el Estadio Centenario?” declaraciones a la prensa del 22 de agosto
de 1996.
En el comunicado público del CODICEN del
22 de agosto se afirma que el debate nacional “constituye una propuesta utópica
y difícilmente compatible con el orden constitucional”